Distància: 110 km Elevació: + 699 / - 749 m
Mallorca se la región europea con mayor número de molinos por kilómetro cuadrado. Los molinos pueden estar ubicados en los núcleos urbanos o en las afuera. Desde lejos es fácil distinguir un típico molino de viento mallorquín: la torre es redonda y mide de 7 o 8 metros de altura. La Asociación de Amigos de los Molinos de Mallorca ha calculado que a la isla ha habido casi 1.000 molinos y el más antiguo data del siglo XIII. Los molinos son uno de los elementos más representativos del paisaje de Mallorca. Simbolizan el pasado agrícola de la isla; pero también el presente en cuanto que son parte de la recuperación del patrimonio cultural y etnológico. Su función va más allá de albergar maquinaria destinada a moler grano para el consumo humano y animal. Hay molinos impulsados por el viento, el agua o la tracción animal y la mayoría han influido en la toponimia, el urbanismo y el desarrollo del campo mallorquín. El oficio de molinero fue uno de los más importantes hasta el siglo XX. Los molineros de Mallorca alcanzaron tanta fama, que los caballeros de la Orden de San Juan solicitaron sus *servicios para la *construcción de varios molinos en las islas de Malta y Gozo; la mayoría de ellos aún se conservan en pleno funcionamiento La mecanización de las tareas del campo convirtieron a los molinos en instalaciones obsoletas y la mayoría se abandonaron y se degradaron hasta el puntos de ser un elemento empobrecedor del paisaje. Desde principios del siglo XXI, varias asociaciones e instituciones se han propuesto la recuperación de los molinos. Ninguno de los molinos que forma parte de esta ruta hace las funciones de antaño; pero son interesantes porque se han convertido en los espacios ideales para acoger museos etnológicos, restaurantes, centros culturales o generadores de energía eólica. Cualquier aproximación a la historia y al paisaje de los pueblos del interior de Mallorca no puede pasar por alto la importancia de los molinos. Esta ruta está formada por seis molinos de viento harineros, restaurados por el Consell de Mallorca y sus propietarios a través de los programas de recuperación del patrimonio histórico e industrial. La ruta transita por las comarcas del Pla, Llevant y Migjor. En ellas la bicicleta se convierte en el medio de transporte ideal para viajar por carreteras secundarias y recorrer sin prisas el paisaje. La selección de los puntos de interés de la ruta se basa en el valor añadido que tienen los molinos restaurados. En todos los pueblos del interior de la isla hay centenares de molinos, pero no tienen esta función o no pueden formar parte del itinerario porque se encuentran demasiado alejados entre sí. Otra prueba de la importancia de los molinos en la isla de Mallorca, es que en 2003 fue la sede del IV Congreso Internacional de Molinología. El encuentro se dirigió a profesionales de varias disciplinas, arquitectos, ingenieros, geógrafos, historiadores, gestores culturales, eruditos y estudiantes.
