Kashmir: Manali - Leh (Etappe 1)

13.9.1996 Finalmente, el monzón cedió, y la carretera parecía transitable a pesar de los deslizamientos de tierra. Por la mañana, sin desayuno, partimos de Manali, cruzamos el puente y subimos por el valle en el lado opuesto del río. Almorzamos en un Honey-Moon-Inn y luego seguimos. Mi diarrea aún no está bien. El valle sigue siendo lindo y verde, pasando por granjas y pequeños pueblos, siempre calculando si la subida se volvería más empinada. De repente, un perrito pequeño nos persigue; al principio no es sorprendente, pero sigue corriendo con nosotros. En parte, la construcción de la carretera es toda una aventura, con llamas de metros de altura donde el asfalto se derrite. Al tomar el primer té, el perro también se detiene, y decidimos: si nos sigue hasta el primer paso, tendrá un nombre. Después de más de 1.000 m de desnivel, el primer yak. Preciosa vista hacia el valle, águilas en el aire. Quería fotografiar el yak, pero André insistió en seguir adelante debido al largo paso que aún quedaba. 'Vendrán cientos de ellos', me prometió. Por supuesto, fue el único de todo el viaje... Poco antes del paso, a unos 3500 m, me falta el aire. Hago acopio de toda mi voluntad y sigo adelante. Cuando finalmente llegamos a la cima, estoy completamente exhausto. André tiene que fotografiar con mi cámara, no tengo fuerza. El perro ahora se llama Rothang (como el paso) y sigue muy animado con nosotros. Pero ya está oscureciendo mucho, y tenemos que bajar más para no enfermarnos por la altitud. Descendemos por el lado norte como locos, compitiendo con la oscuridad. Rocas del tamaño de cabezas forman la carretera. Finalmente vemos las primeras montañas de verdad - ¡ESTAMOS EN EL HIMALAYA! ¡Qué gran sensación! Pero tenemos que bajar más, la altura sigue siendo insoportable y la carretera es muy mala. Pasamos a gran velocidad por caminos de grava empapados de lluvia, llenos de baches y cruzamos arroyos. No pienso más en mi pobre bicicleta, Rothang también aúlla miserablemente, ya que apenas puede seguir el ritmo. En la lluvia a 3.300 m nos rendimos, está demasiado oscuro, pasamos la noche en una tienda de campaña al borde de la carretera. Caigo cansado en un sueño incómodo y destrozado por sueños salvajes. Mi cabeza casi explota de dolor. (y, para ser honesto, no puedo encontrar la ruta en el mapa... ¡qué pena!)